lunes, 2 de agosto de 2010

Balance productivo de un domingo de resaca

El hombre es realmente un ser productivo, nos decía Karl Marx hablándonos de alienación económica, pero en el día de hoy (ya es ayer) yo no he conseguido transformar mi realidad ni por supuesto transformarme a mi mismo. Si nos olvidamos de la alienación económica y reducimos el ser productivo a eso, producir o lo que es lo mismo, hacer algo de provecho, sacar un rédito emocional o afectivo (evidentemente no laboral...) del día de hoy, esta empresa se puede ir perfectamente a la mierda, perdón, a la quiebra.

Tras dos días de un intenso amancebamiento a base de viandas de la tierra y ricos caldos de importación, no hemos logrado nada más satisfactorio que unos pocos dolores y una excesiva (como diría Coronado) regularidad del tránsito intestinal.
Por si esto fuera poco, la verdad de mi re-invención en alguien uraño, seco, solitario, parco, aburrido, ex-sociable, criticón, soso y en ocasiones incorrecto y maleducado me ha dado en toda la boca y me he visto como parte activa de una soledad ajena, inexistente salvo en su mente pero que claramente he contribuído a alimentar puesto que yo propuse el juego sin haberme leído antes las reglas. Con lo cual, la producción del día entra en números rojos.
Si seguimos sumando, nos encontramos con que mi decisión sobre donde debo parasitar esa semana se toma más por alguna de mis múltiples y seguramente ficticias (y no reconocidas) necesidades afectivas que por alguna de mis escasas opciones de pensar fría y racionalmente. La suma sigue siendo productivamente negativa.

El intento de remontar a costa de rebuscar en mi ya casi olvidada decisión de ser sociópata se convierte en otro gran batacazo. El definitivo, el que me impulsa a ponerme a escribir esta ristra de sandeces que no tienen por donde cogerse pero que a veces liberan y te permiten seguir siendo igual de torpe pero más aliviado. Me consuela saber que tengo los mismos lectores, o menos, que la hoja parroquial en una casa de putas y que por tanto, los juicios sobre esta tontería de la productividad personal que se me ha venido a la cabeza leyendo a Marx, serán pocos y seguramente realizados desde el cariño mal entendido de los que me conocen, desde la indiferencia más absoluta de quien me conoce más o desde el entendible odio cibernético y literario de quienes no tienen el terrible disgusto de conocerme e incluso de quien teniéndolo prefiere convertirme en el malo malísimo de sus desequilibrios a olvidarme y seguir con su infelicidad eterna.

Buscaremos cambiar el balance de resultados aun siendo bastante peor con los números que con las letras, que leyendo esto se puede comprobar que es difícil.

PD: joder que mierda acabo de escribir...lógicamente el título lo voy a poner ahora.

No hay comentarios:

Publicar un comentario