viernes, 25 de junio de 2010

La hoguera hipócrita

En San Juan tiramos a la hoguera todo lo malo del año, lo que no queremos que se repita, lo que debe arder en el infierno y perderse para siempre entre el fuego. Hay hogueras que deberían haber hecho eso hace tiempo, pero parace que no arde bien, parece que sigue habiendo rescoldos, que hizo bola. No es extraño, cuando la infelicidad pasa de ser un estado pasajero a la verdadera razón de tu existir, no hay hoguera que consiga hacer arder tanta inquina y tanto rencor acumulado. Ese veneno no es inflamable.

Si tu mente entiende que has alcanzado la meta, convéncete de ello y deja de dar por saco.
Hay mentes que no valen para la felicidad, que no valdrán jamas, pues todo, para ellas, no es suficiente.
Folios enteros no, enciclopedias se puden quemar con tu amargura. Hoguera hipócrita de San Juan.

viernes, 18 de junio de 2010

Dos patíbulos

¿Cómo puede una persona dormir dos horas, sabiendo que después cinco policías le van a rellenar el corazón de plomo? Pues eso es lo que ha hecho Ronnie Lee Gardner, el primer ejecutado por pena de muerte en EEUU en el siglo XXI. El tío renuncia a su última cena, duerme dos horas y elige que le metan plomo en el corazón en vez de la inyección letal porque no se fia de ésta última, por si no le mata bien. Es como un chiste de Eugenio pero de verdad.

¿Qué puede pasar por la cabeza de alguien que sabe que va a morir fusilado (por propia elección, repito) esas horas antes?
¿Qué puede pasar por la cabeza del Gobernador de Utah para rechazar la conmutación de la pena, pedida incluso por la familia de la víctima asesinada en 1985?

¿Qué pasa por la cabeza de alguien que está esperando una noticia crucial para el futuro, como si fuera un preso ante el pelotón? Sí: vives. No: mueres. Siempre anímicamente, claro.
¿Qué puede pasar por la cabeza de esa señora que como el Gobernador de Utah tiene en su poder darme la vida o quitármela por unos instantes?

Hay cosas que nunca podré entender...las últimas horas de un condenado a muerte, la pseudomoral norteamericana extremadamente reflejada en sus políticos o los pensamientos de un verdugo con puesto ejecutivo en una empresa española.

Las comparaciones son odiosas, lo sé, pero hoy me vienen al pelo.
Ronnie Lee Gardner, con la única diferencia de que tú eras un asesino y aquí el que escribe de momento no, hemos compartido patíbulo. Espero correr distinta suerte que tú. Pudrirte en la cárcel hubiera sido mucho más humillante para tí y reparador para las víctimas. Siempre he creído que la pena de muerte posibilita que escorias como tú acabéis como héroes.

Recordad: buscamos un sí. Sigo esperando. Calma chicha.

jueves, 10 de junio de 2010

Matando el tiempo

No sé si son las 6, las 7 o las 7:30. Ni siquiera sé si es martes, miércoles o jueves y por supuesto no tengo idea del día concreto del mes. Y es que se pierde la noción del tiempo, todos los días son iguales. Esta monotonía es peor que la otra, llegas a no diferenciar el día de la noche si no te esfuerzas por acostarte a horas no demasiado intempestivas para levantarte pronto y no sentirte el parásito número uno de esta ciudad que te ignora y a la vez te atrae para que no la dejes.
Internet se convierte en nueva ocupación para buscar ocupación, horas delante de la pantalla, disgusto tras disgusto, buscando palabras de ánimo en chats y redes sociales que son tan antisociales como la mayoría de zorras y chuloputas que necesitan una foto con ángulo picado (desde arriba pa'los de la ESO)o con flashazo en un espejo para interactuar con alguien mezclando mayúsculas, minúsculas y faltas de ortografía del tamaño de la catedral de Burgos y que habitan en ellas.
Enciendes el televisor pero siguen saliendo zorras y chuloputas que venderían a su madre por un puñado de monedas bañadas en su propia mierda o periodistas que jamás morderán la mano de su ideologizado (untado hasta las cejas) amo para que tú puedas tener una visión medio seria de la realidad. Aunque hablar de realidad en esta época sea algo digno de teorías filosóficas complejas.

Parece que para salir de esta espiral del paso del tiempo sin saber qué momento es, lo más fácil tiene que ser convertirte en un comemierda y permitir que te pongan el ojete como los túneles de la M-30. Y eso va a ser que no.

Me compraré un reloj...y una escopeta.

lunes, 7 de junio de 2010

24 horas y 2 problemas

Son 24 horas sobre 24 horas y un único pensamiento. Siempre aderezado con otros que acaban de surgir y que hacen que el cerebro se tenga que repartir su tiempo entre lo uno y lo otro. Todo acaba en bloqueo, en no saber qué hacer ni como actuar. Dice Rosendo que "si hay una salida por aquí tiene que estar" pero yo no la encuentro.
La paciencia no está entre mis pocas virtudes.
Esta es una entrada de mierda, no sé como permiten que publique semejante bazofia.

martes, 1 de junio de 2010

Contracción del corazón


Ahora sé que la impotencia ante algo no es un superlativo. Esa sensación no es el techo de ningún sentimiento negativo, se puede alcanzar un estadio superior que yo he decidido denominar: contracción del corazón.
Seguro que ya hay algún listillo que ha pensado que eso es precisamente de lo poco totalmente cierto acerca del corazón, que se contrae. Pero no hablo de eso, sino de una contracción permanente. De repente eres totalmente consciente de que tu corazón se ha encogido, se ha quedado pequeño y duro como una piedra, insensible, anestesiado. Seguro que hasta se ve pálido y toda esa sensación se extrapola al resto del cuerpo. Te conviertes en algo parecido a un zombie, andas sin destino, hablas sin sentido, ríes o lloras pero no sabes muy bien por qué.

Han bastado 2 segundos, una frase, para darle la vuelta a todo o para que todo tome definitivamente sentido. Don Quijote ya sabe por qué lucha contra los molinos y han sido éstos los que le han hecho salir de su alucinación caballeresca.

La contracción del corazón no es algo pasajero, no se quita y no se quitará en semanas, la presión del pecho es más por ansiedad que nunca, los problemas se han hecho invisibles, la preocupación enorme y la certeza de saberte perdedor antes de la batalla no hace sino fortalecer mi sentido de la lealtad y de seguir en una lucha inútil. Tan inútil como todos los cambios que debían haber servido para todo y que no han servido para nada.

Estos molinos son demasiado grandes, demasiado fuertes y tienen las aspas demasiado largas. Pero otra vez ese eterno síndrome de William Wallace me persigue. No hay posibilidades de victoria, ni siquiera las busco, voy a perder pero voy a estar ahí. Y si tiene que haber victoria la estaré esperando.

Le pese a quien le pese, le duela a quien le duela y le guste a quien no lo reconocerá nunca.